

Hay algo casi mágico en la figura del guitarrista de un grupo musical. Da igual el género musical o la década: cuando sube al escenario y se cuelga su guitarra, parece que el universo entero se detiene. No importa si el cantante tiene una voz que derrite piedras o si el batería lleva tatuajes tribales desde 2003. El guitarrista, por alguna razón, es el que más miradas se lleva. ¿Es por el solo a lo Slash, la pose a lo Hendrix o la actitud de «yo vine a tocar y a no decir ni media»? Probablemente un combo de todo eso.
La historia de la música moderna está plagada de guitarristas que se han comido el foco con una mezcla perfecta de talento, carisma y pelo al viento. Y no es que tengamos nada en contra del resto de la banda, que conste. Pero vamos a ser honestos: si estás en un concierto y el guitarrista se sube a un altavoz para marcarse un solo de 15 segundos, te vas a acordar más de eso que de cualquier cambio de ritmo del bajista. ¿Injusto? Quizá. ¿Cierto? Totalmente.
Y no hay nada de malo. Solo hay que tener en cuenta que esto es así. Por eso, todo el mundo que sueña con formar parte de un grupo quiere ser el guitarra. O, al menos, guitarra y vocalista. En esto influirá mucho empezar a practicar en la edad ideal para tocar la guitarra de la que ya te hablamos en su momento.
¿Por qué el guitarrista de un grupo musical siempre acaba llevándose toda la atención?
No es solo una cuestión de protagonismo natural, sino de una construcción cultural. Desde los años 50, con la aparición del rock and roll, la figura del guitarrista de un grupo se ha asociado al rebelde, al genio incomprendido, al artista que transmite emociones sin necesidad de abrir la boca. Y, por supuesto, al que probablemente tenga la mayor colección de chaquetas de cuero del grupo.
Aquí van algunas razones por las que el guitarrista se lleva la ovación final (y el teléfono de más de un fan):
- La guitarra es visualmente poderosa: una guitarra eléctrica tiene presencia escénica. No es lo mismo que estar detrás de una batería o agarrando un bajo que parece primo lejano del principal.
- Suelen tener su momento de gloria: el solo de guitarra es ese instante en el que todo se detiene y solo queda él, tocando mientras el resto le mira con cara de «ahí va otra vez».
- Estilo y actitud: la mayoría de guitarristas tienen una estética que va del «recién salido de una peli indie« al «estuve en Woodstock sin haber nacido aún».
- Es el puente emocional con el público: cuando el cantante no está hablando, es el guitarrista quien habla con su instrumento. Y eso crea conexión.
Así que la próxima vez que vayas a un concierto y sientas que no puedes dejar de mirar al guitarrista de un grupo, no te preocupes. No es obsesión, es tradición musical.